La muerte de la Madre Teresa de Calcuta, ocurrida en septiembre de 1997, remeció nuestra conciencia y nuestras convicciones acerca de la pobreza y los pobres con nombre y apellido.
El ejemplo de la Madre Teresa, irrefutablemente coherente, de compromiso con aquellos que tienen menos o simplemente nada, nos conmueve y nos lleva a reflexionar sobre la situación de injusticia e inequidad que lacera dolorosamente nuestra sociedad.
El Padre José Kentenich también se vio enfrentado al desgarro de la pobreza material. Podemos asegurar que, en muchas oportunidades, pudo experimentar las carencias que sufre el pobre. El Padre Kentenich fue pobre y desde esa experiencia personal, entrega una respuesta válida para asumir con esperanza el desafío hacia los cambios necesarios para superar el despojo y la injusticia.
El Padre José concentra su esfuerzo en dejarnos claro que el camino hacia los verdaderos cambios sociales pasa por la educación integral de las personas. Y esa educación debe apoyarse en dos pilares fundamentales. El primero implica una clara afirmación de principios y verdades que emanan del Evangelio. El segundo significa una profunda comprensión de la persona concreta. No se trata de hablar mucho sobre el tema, más bien hay que sentir y estar cerca de los pobres.
Que este mensaje sirva para que a semejanza de la Madre Teresa de Calcuta, del Padre José Kentenich y muchos otros – podamos crecer en nuestro testimonio de compromiso con los más necesitados, ahí donde vivimos.
Luis Latorre